A mis veintipico, había cosas de mi abuela que me molestaban: cómo arrastraba las pantuflas, sus pequeñas dificultades para alimentarse (como soplidos, una respiración más marcada, volcar líquidos cuando se los llevaba a la boca...), su nariz siempre "mojada"..., sus olvidos, sus distracciones al cocinar... Pero jamás dije nada... Sólo me molestaban...
Alguien solía retarla por esos "sonidos o acciones desagradables"... Pero jamás me animé a decirle nada a mi "viejita", por una simple y sencilla cuestión de respeto a su amada persona...
Cuando, por primera vez escuché esta canción..., descubrí que "todos llevamos un viejo encima"..., que yo también algún día sería una "vieja"..., haciendo los mismos sonidos..., las mismas acciones..., teniendo los mismos olvidos..., las mismas distracciones...
Y entendí que todo eso llega inevitablemente... Y que mi abuela no lo hacía por molestar, sino simplemente, porque no podía dominar esas cuestiones, por su edad.
A partir de allí, la descubrí de otra manera: su sapiencia, su paciencia, su tolerancia, su alegría de poder hacer y poder brindar..., a pesar de lo que le costaba llevarlo a cabo...
Y me enorgullece saber que ella no llegó "huérfana" cuando le tocó "entregar el equipo"... Yo estuve a su lado en ese momento...
INTRODUCCIÓN
JOAN MANUEL SERRAT en Ciudad de México
Gira "Bienaventurados"
Auditorio Nacional
1987
Gira "Bienaventurados"
Auditorio Nacional
1987
Este..., este tiempo..., este tiempo y este mundo que nos tocó vivir... Este tiempo y este mundo que..., que no podemos cambiar por otro, al menos a corto plazo, a mí..., a mí me proporciona siempre la sensación de estar viviendo en medio de misterios indescifrables, o al menos gran parte de las cosas que me rodean para mí son misterios indescifrables, que aquellos que conocen las claves no tienen el buen gusto y la delicadeza de contarme de qué se trata.
Esto por un lado, y por otro, entre aquellas cosas que entiendo, entre aquellas cosas que no me resultan misteriosas, a poco que pienso descubro que muchas de ellas son unas absolutas insensateces. Mala compañía, digo yo..., es lo que hay...
Una de estas cosas, una de estas tremendas insensateces de esta sociedad es el trato que se les da a los viejos. Cuando uno ve cómo esta sociedad, es decir, nosotros, creo..., cuando uno ve que esta sociedad trata así a sus viejos, llega a aceptar que este slogan del "Se usa y se tira", le es tan aplicable al hombre como a un Tampax o como a un envase no retornable.
Porque esta sociedad, o sea, nosotros, al hombre y a la mujer, después de sacarles todo el jugo, acostumbra a condenarlos al pacto del hambre, a humillarlos, a arrinconarlos y a abandonarlos. Y esto no sólo es una canallada..., es peor, mucho peor...
Esto es una demostración palpable de la estupidez de esta sociedad.
Porque..., por un lado, aquellos que aún hoy se sienten jóvenes han de reconocer que, con el transcurso del tiempo, a lo más que pueden aspirar es a envejecer con dignidad... Y difícilmente podrán hacerlo si los..., si los que hoy son jóvenes no ayudan a los que hoy son viejos, a envejecer con esta dignidad.
Esto por un lado, y por otro..., ¿qué quieren que les diga...? A mí..., a mí personalmente, siempre me pareció estúpido y criminal el quemar los libros, destruir los archivos, pisotear el conocimiento o despreciar la experiencia. Y esto es lo que esta sociedad, o sea, nosotros, hacemos cada día con los viejos...
Esto lo cuento porque viene a colación de esta historia, escrita para esos niños que llegaron más lejos porque salieron antes..., a los viejos...
Un comentario en YouTube dice:
"Yo estuve en un recital donde dijo esa introducción, me dejó temblando, cuánta razón, en esa época tenía veintipico, hoy pasé los 50, gracias Nano por hacerme ver la realidad."
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